Las mudanzas causan mucho estrés en los adultos, meter cosas en cajas, trasladar muebles y cajas llenas de una casa a otra, dejar atrás todo lo vivido en esa vivienda, muchas cosas que se acumulan y provocan en los adultos un estado de alteración durante el tiempo que dura tal aventura. Pero ¿y los niños, se dan cuenta de todos estos cambios? La respuesta a esta pregunta es sí, y les afecta más de lo que pensamos. Los niños están acostumbrados a sus rutinas y un cambio así de brusco puede provocarles un cambio en muchos aspectos.
- En un principio si el niño es pequeño podemos observar varios cambios: lloran mucho y están irritables.
- Si tu niño ya sabía hacer pis en el baño, puede que el cambio de casa provoque que vuelva a hacerse pis encima de nuevo.
- Los niños más pequeños pueden que empiecen a chuparse el dedo como síntoma de defensa, incluso estarán más pegados al padre o la madre que antes.
- Si tu niño hablaba con claridad y ahora tartamudea puede que el cambio de casa le haya afectado.
- Muchos niños sufren de estrés y depresión con un cambio tan brusco en sus rutinas y más si la mudanza va acompañada de un cambio de colegio o guardería.
- Los niños más mayores pueden hacer chantaje emocional a sus padres, intentando por todos los medios que la mudanza no se produzca. Además, suelen ponerse más rebeldes y llevarán la contraria a los padres con más frecuencia que antes.
- Pueden perder el apetito y llevarse unos días sin comer.
Podemos intentar que ellos llevan todo este cambio lo mejor posible haciéndoles partícipes de algunos cambios, como que escoja el color de su habitación o que ayuden a guardar sus juguetes en las cajas explicándole que ahora los pondréis en un lugar mejor. De todos modos, todo pasará y se acostumbrará al cambio en poco tiempo.
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