Si ya es complicado tomar la decisión de hacer una mudanza más complejo aún es averiguar lo que nos va a llevar realizarla. La ansiedad y el estrés llaman a tu puerta. Pero no nos preocupemos antes de tiempo. Una adecuada planificación es tu mejor aliada. Lo cierto es que es complicado saber a priori lo que se va a alargar en el tiempo esta aventura, porque cada mudanza y los condicionantes personales son diferentes y eso va a influir en el resultado. Habrá casos en que todo vaya sobre ruedas y haya pocas cosas que trasladar y el asunto esté resuelto en días o semanas, y otras que sean meses. Como no querrás estar en un eterno bucle inmerso en una mudanza vamos a acometer algunos detalles que no se deben escapar a la hora de tu cambio de domicilio.
Antes de acarrear las pertenencias hay que embalarlas. Puedes empezar al menos dos meses antes para que puedas hacerlo con calma y de manera ordenada. Las prisas en este momento traerán problemas cuando comiences a desempaquetar. Un orden en el embalaje supone poder colocar luego todo también en orden y encontrar algo urgente si no te ha dado tiempo a abrir las cajas. Señala lo que hay en cada una, huye del caos.
Si no dispones de tiempo, hay empresas de mudanza que lo harán por ti siguiendo las indicaciones que les transmitas. Presta atención a la manera en la que quieres que se trasladen tus electrodomésticos y aparatos electrónicos, que debe ser lo primero que instales cuando llegues para garantizarte la habitabilidad de la nueva vivienda. Respecto al resto de paquetes, no los dejes eternamente esparcidos y embalados por toda la casa. Cuanto antes comiences y termines antes te sentirás cómodo y como en casa. Se calcula que con un poco de suerte se tarda entre uno y dos meses en estar adecuadamente adaptado a tu nuevo hogar.
Y por cierto, es oportuno programar la mudanza para los últimos días laborables de la semana de cara a provechar el finde a la hora de comenzar a organizar lo más urgente y necesario.
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